Por José Steinsleger*. Uno. Antonin Artaud dudaba de que el lenguaje de las palabras sea el mejor posible. En efecto, difícil en nuestra época, comunicar cualquier cosa frente a 90 por ciento de las personas que dicen, telefonito en mano y revisando wasaps: “Sí, sí… te oigo. Continúa”. Dos. Continúo. Pese al vuelo atómico de su imaginación, Artaud nunca entrevió que Hollywood…
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