Por Rosa Miriam Elizalde*. Todo vuelve, pero deteriorado, como farsa o ironía. Con razón denunciamos el poder del espectáculo y la enajenación total de la vida privada y pública que el mundo nuevo interconectado nos entrega. Las plataformas tecnológicas logran un control incluso más férreo del que pueden ejercer los estados, las ideologías o las iglesias juntos…
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